Cuenta la leyenda, no sabemos bien si con fundamento o no, que el pasado mes de noviembre hubo elecciones generales en España. Los más osados dicen que en una de las papeletas vieron un nombre: Mariano Rajoy.
Posteriormente se supo que su partido fue el que más votos recibió y que por lo tanto, ese muchacho de provincias, sería presidente del Gobierno. Se siguieron todos los trámites necesarios: jurar ante el Rey y la Constitución, debate de investidura... Después, después nadie más sabe qué fue de aquel hombre de sonrisa afable y mirada desconcertante.
Mariano Rajoy ha decido desaparecer, y lo que es peor, tiene pensado no dar la cara hasta casi el mes de febrero.
Sinceramente, no sé que es peor, tener un presidente malo y que da la cara, como José Luis Rodríguez Zapatero, o tener uno que no se sabe ni si quiera si es bueno o malo, y que lo peor de todo, no da la cara. Los días pasan, las medidas económicas siguen llegando, los recortes se amontonan, pero la explicación de todo ello lo ofrece una chica, que si bien pone todo su empeño, no es la máxima responsable de lo que sucede.
De momento, y salvo que se rompa ese silencio autoimpuesto, parece que Mariano Rajoy no tiene pensado hablar hasta finales de enero. Los mercados seguirán a lo suyo, el empleo continuará destruyéndose, el FC Barcelona seguirá ganando, ¿es que nada puede salir bien?
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