Desde el pasado fin de semana se han producido actos vandálicos de toda índole en el Reino Unido. Lo que empezó en Londres se ha propagado como un polvorín por el resto del país sin que nadie pueda detenerlo.
La cuestión es, ¿qué ha pasado? La respuesta que otorgan algunos intenta ser justificada, pero no lo es. Lo que ha pasado tiene un nombre: violencia por violencia.
Hace recientes fechas, y viendo los incidentes provocados por el movimiento 15-M frente al Ministerior de Interior, sugerí a una persona con la que charlaba que si no existiera un poder coercitivo que disuadiese de cometer delitos, las personas llevarían a cabo toda clase de actos punibles, incluso asesinar a sangre fría. Sí, no exagero, y la prueba me ha venido como anillo al dedo desde las islas.
Gente que sale a la calle sin mayor motivación que la de sembrar el caos. Generar violencia y cometer toda clase de tropelías. Todo eso se ha producido porque la policía no ha sabido dar una respuesta firme y contundente.
Ahora, el que quiera puede convencerme de los motivos o razones que han llevado a miles de vándalos a la calle a generar caos y destrucción, pero que no se olvide argumentarlo.
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