La campaña electoral más insípida de la corta historia de la democracia española se acerca a su final. Personalmente, hace unos días me sentía ferviente admirador de la campaña electoral y su utilidad. Hoy, 10 días después, creo que es una somera estupidez el despilfarro que se hace.
Durante la pasada semana, con Grecia ante los focos, la posible destitución de Silvio Berlusconi, y el siempre dopante fútbol, la camapaña electoral tenía su hueco, pero en segunda posición.
El problema ha llegado con un lunes que, pese a estar nublado en los cielos, está completamente despejado en cuanto a información. Italia ya tiene a su nuevo "jefe", y poco más. Así pues, todos los medios de comunicación "tiran" de campaña y de 20N. Pero esta descubre las vergüenzas de unos políticos sin ideas y oportunistas.
Por ejemplo, los dos partidos "rascadores", los del voto útil, es decir Izquierda Unida y UPyD, no piden el voto porque se lo merezcan, piden el voto para castigar al Gobierno, y porque se creen garantes de alguna milonga sentimental.
Así estamos, pedir el voto por no dárselo a los otros. ¿Las propuestas?, que más dan, si luego no se cumplen, pensará alguno. Si de esta manera es cómo pensaban los políticos recobrar su influencia y capacidad, se han quedado un poquito lejos. Lo triste puede ser pensar que esto es lo que nos merecemos, que no tenemos más y mejores políticos, porque no seríamos capaces de comprenderlos. Si es así, tenemos cuatro años para repensar nuestros fallos, a ver si aprendemos.
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