Debo confesar que no son muchas las campañas que he podido cubrir como periodista. Bueno, no mentiré a nadie, es la primera campaña que cubro como profesional de la información. Y lo cierto es que, realmente, es la tercera que vivo con conciencia política y electoral.
Vale, esto no me deja en muy buena partida de salida para hacer comentarios, análisis y todos esas cosas que hacen los periodistas "mayores", pero creo que un estúpido integral, tampoco soy. Y de esta campaña electoral poco se puede esperar, al menos informativamente. Cosa que nadie debe confundir.
Que todo esté decidido, casi, que uno de los candidatos haya hecho del "no hablar" su mejor discurso, que del otro lo sepamos todo porque inventó la polítca, que los demás, como saben que no van a gobernar vendan humo y esperanzas... Pues bien, todo eso que hará de ésta una campaña sosa y sin profundiad, no es motivo para pensar que se antoja como una de las más importantes de la breve historia democrática española.
No es menos cierto que desde la existencia de esos gobiernos supranacionales que lo controlan todo, las decisiones tomadas por un Ejecutivo nacional han quedado relegadas a una segunda posición. Pero hablamos de macroeconomía, políticas fiscales y monetarias. Por el contrario, las cuestiones "cotidianas": salud, educación, empleo, cultura... Todo eso sí es controlado por los gobiernos nacionales.
Así pues, nada de pensar que todo está dicho y hecho. Hay muchas decisiones que tomar, y todas nos implican como ciudadanos.
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